LEY DE EDDIE MURPHY
SOMOS VIEJOVENES, NO VIEJITOS
Eddie Villa Real

Para nosotros los de “edad avanzada” es motivo de una gran berrinche que alguien nos imponga un degradante, (aunque merecido), titulo de “viejito” o simplemente que se refieran a nosotros como eso. Es el insulto más grande que uno a estas alturas del partido de la vida, puede recibir por parte de un ser humano que por sentirse  joven, se da aires  a todas luces de ser superior o simplemente que tiene la capacidad de voltearte a ver por encima del hombre como si nosotros fuéramos ya parte de la basura biológica desechable de este planeta.

En el grupo de amigos asistentes a la mesa de las “nauyacas”, en el famoso café de Don Cafeto de Tulum, es costumbre bautizar con apodos a los parroquianos empezando por Germán Gallegos alias “LA PRIETA LINDA”. Todos tienen sus sobrenombres chuscos y más que cómicos.  A los “3 grandes” nos bautizaron primero como “vegeterianos” para luego pasar a la categoría de “vegetales” y terminar con el muy original apodo para los de la tercera edad de “vejucos”.  Y así va a seguir la lista de apodos para denostar, o sea tratar de injuriar en forma subrepticia, pero cariñosa  a los rucos que asistimos a esa mesa. NADIE SE MOLESTA.

Eso no es novedad, por miles de años los jóvenes han querido hacer de menos a los mayores por varias razones, siendo la principal de ellas el del clásico juego de quítate tú para ponerme yo. O también el complejo de la figura paternal imbuido en su subconsciente, en donde el joven ve al viejo como reflejo del padre que durante años lo subyugó, dominó y controló hasta que  harto de sufrir, se larga a otro lado y no tiene más remedio que demostrar su odio a todo lo que representa una figura de mayor edad y entonces le lanza toda clase de “vejaciones” (decirle viejito a un señor es una de ellas),o insultos a los mayores por tratarse únicamente de eso: poseedores de edad avanzada y que están más allá que acá

Esta actitud del ser humano es no solo una contradicción sino también una paradoja en relación a otras formas de calificar o de definir la categoría de objetos que han acumulado muchos años en su existencia.
Ejemplo de ello es el hecho de que el ser humano le da un gran valor a los muebles antiguos, a los libros viejos, a las catedrales milenarias, a las pinturas renacentistas, a los palacios medioevales, pero en el caso de un ser humano que indudablemente tiene unos meritos innegables por haber alcanzado una edad ya muy madura, se le tilda de “viejito” como diciendo que ya no sirve para nada y que no se meta en camisa de once varas.

Nada más alejado de la realidad. Para empezar, si este santo señor llegó a esa edad es porque goza de una buena salud, de otra manera ya estaría de minero a dos metros bajo tierra. Por otro lado,  se tiene que considerar que su vejez es una obra de arte, pues acumula una serie de características tales como: madurez, sabiduría, paz interna, belleza interna, una mente brillante llena de recuerdos y experiencias (si es que no tiene ALZHEIMER) y una gran capacidad para adivinar, presentir y leer entre líneas las reales intenciones de los jóvenes que telegrafían en forma subrepticia sus ánimos de maldad o codicia. Y eso sin tener que mencionar otras cualidades como el amor ardiente por las mujeres jóvenes, la vida, la extraordinaria capacidad de no perder nunca las esperanzas y sobre todo,  la fe en sí mismo que lo mantiene joven a pesar de ser un “vejuco”.

Por eso el titulo de este editorial. “Viejoven” es todo aquel que al acumular todas sus experiencias y recuerdos se siente varias veces joven pues lleva en sus hombros una serie interminable de JUVENTUDES ACUMULADAS y que lleva en su ser una belleza interna que solo se puede observar con el corazón de las personas de buena voluntad,  cosa que los nacos, incultos y malintencionados no pueden ver ya que para ellos la vejez no es más que un invierno de existencia en etapa terminal y que los “viejitos” no tienen más  capacidad  que la de despertar piedad  para poder sobrevivir a costa de ellos, y piensan que los tienen que  alimentar solamente por presiones familiares o porque no tienen otro remedio.

Por todas las razones antes enunciadas, a  mis contemporáneos, les digo con el alma en la mano, que  todos somos cómplices de haberle robado a la vida unas gotas mas de felicidad, capacidad y productividad y que deberíamos unirnos para demostrar que todavía podemos realizar el milagro de componer el terrible caos  que los jóvenes han organizado en este planeta en forma general y en nuestro país en forma particular. 

Hay que recordar que en épocas ancestrales, los gobiernos no se formaban con jóvenes imberbes, inquietos, ambiciosos y beligerantes. El control que ahora detentan los gobiernos actuales en esos tiempos lo tenían grupos eran formados por el consejo de ancianos que impartían justicia en forma imparcial y totalmente razonable.  Claro, eran los de más experiencia y sabiduría y por eso los nombraban  como representantes de sus clanes con la seguridad de que eran justos, inteligentes, experimentados y sobre todo  faltos de ambiciones materiales. Sus decisiones eran definitivas basadas en la razón y justicia. Luego llegaron los hombres fuertes a controlar ejércitos para tomar el poder y por último los sagaces políticos que controlando las masas de votantes, organizaron los gobiernos de corte moderno, basados en “democracia” o sea voluntad del pueblo que se cristaliza en votaciones que ellos mismos controlan con precisión. (Cualquier alusión a los métodos del PRI es una mera coincidencia)

Llegar a una edad avanzada es un arte que se debe de reverenciar como se hacía en los tiempos de nuestros antepasados prehispánicos. La terminación TZIN en su idioma denunciaba precisamente eso. Era un titulo prácticamente nobiliario que se les otorgaba en forma generalizada a los de la tercera edad. Se les veneraba por haber cuidado su vida y llegar a esa edad con plenitud de salud y sabiduría.    

Los viejovenes cumplen una función social de valor incalculable pues tienen la capacidad de ayudar, de ser útiles, de apoyar a los jóvenes con sus consejos, que deberían de ser seguidos al pie de la letra y sobre todo de poder dar esa sonrisa limpia, manifestar ese agudo sentido del humor que los años le ha otorgado de regalo.  El solo hecho de que haya conservado su salud y que tenga todavía una mente brillante es lo suficiente para que se le tome en cuenta en todos los actos de la vida moderna y que no se pretenda arrinconarlo en un sofá de la casa frente a un criminal televisor que está calificado como el primer generador de muertes de ellos, ya que vulgarmente se dice que todos estamos sentenciados a morir en la “silla electrónica”, justo frente a uno de esos aparatos mediáticos que llenan de veneno e influencia negativa al pueblo.

La imagen del viejito con espalda encorvada y que camina con apoyo de un bastón, debe de ser desterrada de las mentes de los jóvenes que solo piensan en su juventud, sus amores, su dinero y su equipo favorito sin darse cuenta que a su lado, precisamente en sus casas o colonias militan ejércitos de viejovenes que si se les trata con consideración y respeto, (ya no necesariamente reverencias como en los tiempos de los aztecas), se podría conseguir un ejército de hombres y mujeres con capacidades amplias para reintegrarse al sector productivo  y en otros donde  se les puede sacar ese jugo de aportación social como son su experiencia, sabiduría, cultura y capacidad intelectual producto de las múltiples incursiones en diferentes campos de su  vida de nuestros tiempos.

En la misma forma la fama entre hombres y mujeres jóvenes de que los viejitos ya son impotentes e incompetentes  hay que recordar los casos que registra la historia de gentes productivas como Goethe, Tiziano, Toscanini y Edison que realizaron sus mejores obras e inventos después de los ochenta años de edad. Inclusive en tiempos actuales como es el caso de Carles Chaplin que a los 85 años tuvo un hijo (el problema es que no podía cargarlo) denota claramente que a cualquier edad se puede ser productivo y ser totalmente potente gracias a los milagros del viagra.

En los largos anales de la historia se han registrado casos muy sonados de mujeres jóvenes que sienten una gran inclinación por asociarse con hombres  muy maduros ya sea en forma de pareja o bien legalizando esas uniones con la bendición matrimonial por diferentes razones, que pueden ser la económica, la de imagen paternal,  la de poder absorber experiencia y siempre existió la sombra de la falta de potencialidad por parte de éste para llevar a cabo sus obligaciones maritales.  En esos casos se decía con toda exactitud que había un intercambio compensado ya que ella recibía experiencia, culminado  de sus necesidades, amor y regalos y en cambio él solo recibía una cosa: juventud. Y era muy cierto. Miles de casos registrados en donde ella entrega su juventud y recibe madurez a tal grado que aparenta mayor edad al vivir unos años junto a un viejo. Es la historia de la vida y nadie pretende cambiarla. Por eso existen miles y miles de viejóvenes en nuestra sociedad que cada día aumenta en promedio de edad. Es increíble el proceso natural a que se está sometiendo el ser humano. Hace 30,000 años el promedio de vida era de 25 y ahora es de 75.  A como van las cosas, vamos a terminar en una sociedad totalmente integrada por una mayoría de ellos, “viejóvenes” que pululan nuestras casas y calles  que participan activamente en sociedad.

Y es ahora cuando recuerdo el sabio precepto de la LEY DE EDDIE MURPHY que dice claramente: TU MEJOR REGALO A LOS 80, ES UNA DENUNCIA POR ESTUPRO ANTE EL M.P.

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